Europa acaba de ganar la Ryder Cup 2012 en una edición que pasará a la historia por ser la mayor remontada de todos los tiempos. Los que lo han podido vivir en directo estarán de acuerdo en que ha sido memorable, es uno de esos días en los que vuelves a creer en los milagros y te rindes a la belleza del deporte que es capaz de generar emociones que difícilmente se pueden encontrar en otro lugar.
Independientemente de la lectura técnica, estratégica e incluso épica, el primer pensamiento que me ha venido a la cabeza es el recuerdo de Severiano Ballesteros. Un dicho muy extendido en el mundo de los profesionales es que, cuando Seve llegaba al tee del 1, ya llevaba un golpe de ventaja. La sensación que se ha transmitido hoy es que, gracias a Seve, Europa partía con un punto de ventaja. Justo el punto que ha marcado la diferencia entre ganar y perder.
Alguna vez he hablado de la pirámide de la energía de Jim Loehr (The Power of Full Engagement) y he puesto algún ejemplo como la recuperación de una compañía destrozada por el 11-S que donó beneficios de los siguientes años a los familiares de los compañeros fallecidos o cómo una mujer que ha intentado mil veces dejar de fumar lo consigue simplemente por quedarse embarazada. La razón: Tenían un propósito que les transcendía.
No es fácil sentir la fuerza que te da tener un propósito superior pero en este caso, ha sido más que evidente. José María Olazábal probablemente será recordado como el mejor capitán de la Ryder de todos los tiempos por lo que ha sucedido hoy. En mi opinión, lo que ha ocurrido hoy es la consecuencia de gestionar de forma maestra una situación extremadamente difícil, consiguiendo unir los intereses de 12 profesionales por algo que les permitía dar un salto a una dimensión en la que ninguno había estado antes. Tenían la oportunidad de hacer algo muy grande por un propósito todavía más grande: La figura del eterno Seve. Y eso, lo ha gestionado Olazábal con maestría. Hoy, la pareja Seve-Chema ha vuelto a ser determinante.
Comentaban todos los jugadores europeos querían ganarla por su capitán. La noche antes de la remontada, su capitán les arengaba diciendo que él quería ganarla por Seve. ¡Ya estaba la conexión hecha!. Ahora, sólo necesitaban dejar salir la energía. A partir de ahí, lo que saliera, seguro que iba a ser extraordinario.
Los americanos lo tenían casi en la mano, pero ni el mismo Michael Jordan (asesor de Davis Love III, capitán del equipo de los EEUU) fue capaz de encontrar un propósito tan poderoso. Los americanos, lo hacían por su país. Pero los europeos lo hicieron por Seve. En este caso, Seve volvió a ganar.
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