Hace poco más de una semana hablaba en el blog de Expansión sobre la Actitud Emprendedora. No voy a repetir lo que ya expuse ahí, pero al final hablaba de cómo la música podría tener algo que decir en esto. Me voy a explicar un poco mejor.
Un proyecto de emprendimiento está sujeto a un montón de idas y venidas. Vives subidas y bajadas económicas y emocionales, pasas por diferentes estados de ánimo, un día adoras tu proyecto y otro día lo odias. Un día sientes que has nacido para hacerlo y de repente otro día te planteas dejarlo. Un día sientes que estás en el camino correcto y otro piensas que te estás confundiendo. Un día llegas a ese punto en el que el compromiso con el proyecto es “hasta que la muerte nos separe” y otro día te planteas que “no quieres subir a ese altar”. Un día sientes que has encontrado el proyecto de tu vida y otro día sientes que necesitas distanciarte un poco por el bien de los dos. Un día sientes y agradeces la intensidad y otro día necesitas un poco de aire.
Por eso es importante entender que esto del emprendimiento es más un tema de actitud que del proyecto en sí. Proyectos mediocres han salido adelante por tener la actitud correcta y proyectos brillantes se han quedado en el camino por falta de actitud. También hay que decir que sólo la actitud no es suficiente, pero desde luego es mucho más que diferencial.
Hay muchas maneras de entrenar la actitud, el deporte es una, pero en este caso me ha interesado mucho más el tema de las emociones. Si volvéis a leer el segundo párrafo, os daréis cuenta de que podía estar hablando de una relación de pareja del emprendedor con su proyecto. Parece que hay un paralelismo muy interesante respecto a los ciclos emocionales que se viven cuando se trata de tener una relación personal a largo plazo: primero hay un flechazo, luego un acercamiento, un enamoramiento (a veces súper intenso y otras veces gradual) y mientras te vas conociendo mejor para tener claro que podemos tener una relación sólida a largo plazo.
Así confirmamos que los objetivos en las cosas importantes están alineados, que somos lo suficientemente compatibles y que merece la pena dar el paso de compromiso definitivo, aún sabiendo que puede no salir bien. Pero te entregas al máximo. Luego puedes pasar momentos de mayores niveles pasión, otros de rutina, otros en los que la relación no crece, luego que todo va rapidísimo. Que pasas por momentos que adoras y otro que “matarías” a tu pareja (proyecto). También puede pasar que la relación se rompa, que salga mal y te vengas abajo. Que no puedas levantarte por las mañanas porque no encuentras sentido. Que no entiendas porqué no funcionó. O que sí lo entiendas pero no quieras verlo. Pero tienes que sobreponerte y salir adelante. Porque no te queda otra.
También puede pasar que nadie entienda porqué te has metido en esa relación pero tú lo tienes clarísimo. Y tienes que luchar contra viento y marea por lo que crees porque a ti te hace feliz y te llena. Aunque a priori parece imposible. Y en todo este tipo de relaciones y de montaña rusa emocional aprendes de los errores para ser mejor, para hacer que tu relación crezca y, si puede ser, madure para ser más sólida. O sino, si es un error fatal que rompe la relación o si te confundes y te cargas el proyecto, pues al menos aprendes para que en la siguiente ocasión no te ocurra lo mismo. Y así podría poner miles de ejemplos de cómo la gestión de las emociones son calcadas en una relación con una pareja y en una relación con un proyecto que te importa.
El problema que he visto muchas veces es que hay ciertos temas que, hablados o escritos suenan “ñoños”. Hablar de “amor por tu proyecto” suena ñoño. Pero como no “ames” a tu proyecto lo tienes crudo. Hablar de pasión y compromiso se ha desvirtuado y también roza lo “ñoño”. Pero la pasión y el compromiso son clave. Hablar de propósito y de valores parece abstracto y profundo pero desde luego poco interesante a priori. Pero el propósito es la diferencia respecto a la energía y el rendimiento.
Así que, buscando herramientas que nos ayuden en esta misión, he encontrado que la música es una alternativa espectacular que nos permite cumplir dos objetivos en el ámbito del emprendimiento: 1) hablar de lo “ñoño” de las relaciones de manera que no lo parezca tanto y 2) provocar emociones que a veces necesitamos sentir y crecer en las diferentes fases que sabemos que vamos a vivir en nuestra relación con nuestro proyecto.
Entonces nos hemos puesto manos a la obra con un experimento y hemos creado 2 listas de reproducción (una en inglés y otra en español) con música de emprendimiento. Tomaoslas como lo que pretendemos que sean: una referencia, o una metáfora del mensaje que nos viene bien escuchar en ciertos momentos. Ánimo, tranquilidad, empuje, pasión, euforia, calma, levantarse tras la caida, un fracaso, una ruptura, una actitud, una historia similar a la nuestra o simplemente el momento de pausa del guerrero antes de volver a la batalla. Pero todo esto con melodía para que se active bien nuestro cerebro y las emociones fluyan.
No sé si esto es un poco ida de olla, pero merece la pena intentarlo ¿no?. A ver qué tal sale. Y a ver si os ayuda. Os dejo los links con las listas de reproducción en Spotify. Si tenéis alguna aportación que hacer a la causa, me encantará incorporarla. Sería bueno que hubiera de todos los estilos y con todos los mensajes posibles.
Lista de Reproducción Emprendimiento (música en español)
Lista de Reproducción Entrepreneurship (música en inglés)
Iñigo Mª de la Fuente dice
Buenos días ángel. Me ha facilitado tus datos Tomás Ondarra de El País . Sé que organizáis una prueba en junio y me gustaría contarte un tema sobre nuestra Fundación ¿me puedes dejar tu dirección de correo electrónico?
Ángel Sanz dice
asanz@clc-spain.com