Hace 7 años constituí una compañía que tenía como uno de sus objetivos ayudar a deportistas de élite a alcanzar su máximo rendimiento lo antes posible a través del mentoring deportivo. Con el panorama económico que teníamos en España, entendía que sería diferencial darle a los deportistas una seguridad económica que les garantizara tener recursos para competir además de disponer de una cantidad para vivir decentemente. De esa manera, ellos sólo tendrían que centrarse en entrenar y competir.
Poco tiempo después, me di cuenta de mi error. Los resultados no sólo no mejoraron sino que empeoraron. Y la actitud cambió radicalmente. Al contar con esa tranquilidad económica se produjo un acomodamiento inconsciente que afectó al rendimiento. Estos deportistas tenían que competir contra otros que no tenían esta tranquilidad, que tenían más hambre y que se jugaban más cada fin de semana. Me di cuenta de que habían perdido el hambre necesaria para dar el paso extra. Y que la estructura que yo había montado estaba siendo cómplice de ello.
En deportes individuales, este efecto es especialmente interesante. No es común ver en la parte alta de los rankings mundiales deportistas que tengan un origen acomodado. Y cuando eso ocurre, es porque tienen un talento descomunal que, normalmente está siendo retenido por su propia actitud. Un ejemplo de esta excepción en el mundo del tenis es Ernest Gulbis, hijo de un multimillonario Letón que en muchas ocasiones va a los torneos en el jet privado de su padre o que se apuesta en los casinos el dinero ganado en Roland Garros. Lo normal es que los mejores deportistas tengan un origen más humilde que haga que, desde muy jóvenes, tengan la obligación de entregar lo máximo cada día y valorar los éxitos como un paso más en la escalera. Así, se le quita la importancia al logro (sin despreciarlo, por supuesto) porque es la consecuencia natural del trabajo. Es un hito ordinario en el camino de ascenso. Y cuando no te han educado en esa dinámica, cuando no has aprendido a valorar el camino, es muy difícil mantener la motivación y sacar lo máximo de ti mismo.
Recibí ayer el «meme» que os he puesto como portada que refleja muy bien una idea extendida en nuestro país. Rafael Nadal es un ejemplo de cómo mantener la motivación que le permite dar lo máximo cada día. Podía haberse relajado cuando consiguió su octavo Roland Garros, pero consiguió motivarse lo suficiente para conseguir el noveno. Leyendo su biografía hay ciertos indicadores que nos dan la pista de cómo es posible que esto ocurra. Él dice que «sale a jugar cada partido sabiendo que puede perder». También dice que ha orientado su esfuerzo a tener la conciencia tranquila de que «ha dado el 100%. Y si le ganan, felicitar, aprender, mejorar y seguir creciendo». Ha comentado que, con el tiempo se dará cuenta de lo que significan sus éxitos pero que ahora, sólo puede pensar en mejorar día a día. Cuenta otra anécdota en la que, después de ganar un campeonato de España con 14 o 15 años, le estaban esperando en casa para hacer una fiesta en su honor. Su tío Toni se adelantó y dijo que no había nada que celebrar. Que esto no era un logro que mereciera celebración. Que no era bueno para él que entendiera desde pequeño que ésta era la dinámica a seguir. La familia decidió que era mejor así y cancelaron la fiesta. Todos estos planteamientos de centrarse en uno, de valorar el proceso y de entender que el éxito es relativo es la base sobre la que se ha construido un tenista de su talla que aún no conoce sus límites. Y para que esto ocurra, hay que generar el entorno adecuado en el que esta filosofía se grabe a fuego en en cerebro de un deportista.
Ayer, la Selección Española de fútbol fue eliminada del Mundial de Brasil. En dos partidos nos han metido más goles (7) que en la suma de las dos Eurocopas y el Mundial (6 goles) que hemos ganando desde 2008. A los jugadores no se les ha olvidado jugar al fútbol de un día para otro. A Del Bosque no se le ha olvidado entrenar de un día para otro. No nos hemos hecho mayores de repente. Muchos de estos jugadores están en los mejores clubes del mundo rindiendo al máximo nivel. El problema no ha sido técnico ni táctico. Nuestro problema fue de actitud. No hemos sido capaces de llegar con la motivación suficiente como para entregarnos al 100%. No hemos generado el entorno adecuado para que eso pasara.
Es muy difícil mantener la motivación cuando te hacen creer continuamente que eres el mejor del mundo. Es muy difícil mantener la motivación cuando no paras de recibir homenajes y fiestas. Es muy difícil mantener la motivación cuando existe una Federación que te exporta asociado a un mensaje de éxito (resultado) y no de proceso. Es complicado motivarse cuando ganas tanto dinero que te hacer sentir el rey de esta sociedad tan materialista. Es muy difícil mantener los pies en el suelo cuando se empeñan en llevarte volando a todos los sitios. Es muy difícil mantener la motivación cuando hay elementos discordantes que afectan a un equipo por temas políticos o institucionales y no deportivos. Estar en la Selección Española e ir a un Mundial debería ser un objetivo que trascendiera las primas, el futuro profesional de los jugadores, el ámbito institucional, el ámbito político, el ámbito económico o el ámbito de la imagen. Ir a jugar el Mundial debería ser lo máximo. Debería parecerse a lo que significa para un atleta llegar a los Juegos Olímpicos. Y hoy, no lo es. Y nos hemos encargado de que no lo sea. Porque el fútbol ha evolucionado hacia un espectáculo alejándose de la esencia deportiva. Y aquellos que tienen responsabilidades al respecto deberían hacérselo mirar. Porque puede ser un disparo a la línea de flotación de la motivación.
Toni Nadal dijo: «Sólo el especialmente tonto se sentirá especial». Yo, en este tema de la Selección Española lo extendería a que, sólo los especialmente tontos haremos a los jugadores sentirse especiales. Les hemos hecho sentirse héroes, nuestra referencia, nuestra luz en unos momentos de oscuridad económica y de ánimo por la crisis. Nuestro modelo, nuestro ejemplo. Pero eso es un papel que tenemos que enseñarles a gestionar. Es más difícil gestionar el éxito que el fracaso. Tenemos que darles las herramientas para que puedan hacerlo. Y tenemos que trabajar para generar el entorno adecuado para que no se les suba a la cabeza. Para que sean conscientes de lo que significan y el por qué de sus logros. Para que sean conscientes de que todos esos éxitos son sólo un paso más hacia un propósito mayor que es tener un impacto positivo en nuestro país. Porque sino lo aprenden… pasan cosas como la de este Mundial.
Echarle la culpa a los jugadores y al entrenador de la debacle de este mundial es como culpar a un niño mimado y malcriado de no tratar bien a sus padres o de no valorar las cosas. No es que el niño no tenga la responsabilidad, pero es muy difícil ir en contra de los mensajes que has recibido desde pequeño, vives en un entorno donde te recuerdan cada día que eres especial, que eres único, que te mereces todo, que no pienses mucho y que todo se consigue fácil. En este caso, la culpa es más bien de los padres ¿no?.
Estuve interno en un colegio donde siempre intentaba colarme en el comedor antes de tiempo. Una vez, el Hermano Casado (así se llamaba el responsable del comedor) me cerró la puerta en las narices. Yo golpeé la puerta y dije: «Hermano, déjeme pasar que tengo hambre!». El Hermano abrió con toda tranquilidad y me dijo sin inmutarse: «Ángel. Tú no tienes hambre. Hambre es lo que ves en África. Tú lo que tienes es apetito».
Si tengo que destacar un síntoma claro de lo que ha provocado el desastre de nuestra selección es que hemos perdido el hambre. Tenemos apetito, pero no hambre. El entorno que hemos generado alrededor de este equipo ha hecho que se nos olvide lo que es sentir hambre. Hemos creado un entorno donde sólo hay apetito. Cuando tienes hambre, no te sientes especial. Cuando tienes hambre no te importan los obstáculos. Cuando tienes hambre, te entregas al 100%. Cuando tienes hambre, estás comprometido. Cuando tienes hambre, no existe otra opción más que crecer. Cuando tienes hambre te enfocas en proceso. Y cuando sabes esto, entiendes el impacto en el rendimiento y, si eres gestor en el deporte, te aseguras de que se dan los ingredientes para que el hambre esté presente. El hambre se entrena. Como hace Rafa Nadal, como hace Tiger Woods, como lo han hecho los San Antonio Spurs, como hacía Larry Bird o como lo hacía nuestra Selección de fútbol hasta ahora. El hambre consiste en buscar más retos y alinearlos con los objetivos y con un propósito que trascienda. Y el día que dejas de entrenarla, el día que te despistas, el día que dejas de valorarla, el día en el que el hambre se transforma en apetito en un entorno de alto rendimiento el resultado es demoledor. Porque pueden venir otros con menos talento pero con más hambre y pasarte por encima.
A esta Selección sólo podemos darle la enhorabuena y las gracias de manera incondicional. Por sus éxitos, por lo que nos ha dado y por lo que nos permite aprender. Nos han representado con orgullo por todo el mundo y nos han convertido en una referencia deportiva. Nada que reprochar. Lo que ha pasado ayer es parte de un proceso natural de gestión del éxito. Ahora tienen la oportunidad de enseñarnos a recuperar el hambre. De darnos otra lección más y aportarnos un ejemplo de lo que hay que hacer. Ahora veremos si tenemos lo que necesitamos tener para entender lo que ha pasado y tomar medidas o si nos dedicamos a vivir del pasado y nos conformamos con la mediocridad del apetito.
Pd: Mensaje al aficionado medio: Criticar sin construir es de mediocres.
Pd: Mensaje también a la Selección Española de Baloncesto: Cuando las barbas de tu vecino veas cortar….
Pd: Mensaje a los gestores deportivos. Este reto es principalmente para vosotros
Os dejo un vídeo que ya he utilizado en el que se explica perfectamente qué es tener hambre
GRAN ARTICULO, PARA DOCUMENTAR A ENTRENADORES Y AFICIONADOS DEPORTIVOS.
Mil gracias, Antonio!!! Pues a seguir aportando!!!
Quizás si en el vuelo de viaje a Brasil, hubiesen puesto a los jugadores más videos como este en el avión, y no la película de su victoria en Sudáfrica 2010, habrían llegado con otra mentalidad…gracias por tu artículo Ángel!
Jajajaja!! David, quizás tienes razón!!!. Realmente es un tema de crear el ambiente en esa línea. Vídeos, actividades, tipo de relaciones de la federación, entrenador, equipo técnico, estructura de la concentración, relación entre los jugadores,…. en fin… cultivar el hambre!!!! Un placer. Me lo paso bomba escribiendo cosas como éstas. Mil gracias a ti por el comentario.
Muchísimas gracias por el articulo. Y enseñarnos la diferencia entre tener hambre y apetito. El gran ejemplo y el video del gurú. Gran lección para la vida y el deporte.
Yo como ejemplo. También destacaría la figura de Eduardo Lureña. Maestro de Kun fu. Campeón mundial de artes marciales creo que 15 veces. Y una de ellas con los ojos y oídos tapados. Ahora ha pasado el reto axe space. Y es el primer astronauta español civil. Todo un ejemplo de hambre de conseguir cosas gracias a resolver o conocer sus inquietudes.
muchas gracias. Un abrazo. Y enhora buena por el fantástico artículo
Gracias a ti, Mariano. Qué bueno!, no conocía a Eduardo Lureña. Voy a investigar pero me parece un ejemplo genial!!!. Lo utilizaré a partir de ahora. Abrazo grande.
Muchas gracias Ángel por este pedazo artículo!! Estoy totalmente de acuerdo con todo lo que destacas en el, falta hambre de éxito, y creo que la federación debería tomar nota y comenzar a trabajar estos aspectos con los futbolistas, mentoring deportivo, psicología deportiva… y no solo centrarse en la parte física. Los ejemplos citados, muy grandes deportistas y el video genial, ya lo tenía entre mis favoritos desde hace años!! Saludos y sigue así, es un placer leerte!
Totalmente de acuerdo, Miguel Ángel. Todos los entrenadores que han tenido éxito están de acuerdo en que la clave no es técnica, física ni táctica. La clave fue generar el equipo y llevarles a lo máximo a través de su interacción y consiguiendo alinear objetivos. Creo que Del Bosque sabe del tema. Simplemente se enfrentaba a una situación nueva (demasiado éxito) que no ha gestionado adecuadamente. Pero estoy seguro de que sabe perfectamente lo que ha fallado y lo que haría diferente. Si no sigue al frente, ese aprendizaje se perderá. Entonces, esta experiencia tan dramática habrá sido un gasto y no una inversión.