Hoy es el día después de la Final de la Champions League. El Real Madrid ha ganado al Atlético de Madrid en la prórroga después de empatar en el minuto 93. Un auténtico espectáculo con muchas emociones y con poco fútbol. Y digo lo de espectáculo con toda la intención, porque creo que el fútbol es cada vez más espectáculo y menos deporte. Eso es lo que le echo en cara al fútbol, que se escude en su papel de mayor espectáculo del mundo para no asumir ciertas responsabilidades educativas, de ser ejemplo y marcar el tono en el que se puede generar un aprendizaje espectacular en muchas generaciones.
Creo que el fútbol ha perdido un lugar que debería tener en la sociedad (vehículo principalmente formativo) para posicionarse muy sólidamente en otro (vehículo principalmente profesional/entretenimiento). Hubo un día en el que el fútbol dejó de ser lo que era. Y en el equilibrio está la virtud. Como dijo mi amigo Eduardo cuando acabó el partido: “ha ganado mi equipo y ha perdido mi concepto”. Me alegró que ganara el Real Madrid pero se quedaron sin premio muchos mensajes importantes de la esencia del deporte que nos ha ido transmitiendo el Atlético durante toda la temporada. Y si no hay premio, el mensaje llega peor.
La razón por la que el deporte es una herramienta educativa tan brutal es que, en un ámbito controlado, se mezclan dos conceptos: la actividad física y las emociones. La activad física es la que abre de par en parla puerta de entrada al aprendizaje. Se producen feromonas y endorfinas que, junto con la adrenalina de la competición, hacen que se abra una “banda ancha” en nuestro cerebro. Y las emociones son las que hacen que el aprendizaje se recuerde, se grabe a fuego y se mantenga. Por eso a nadie le extraña que nunca se nos olvide montar en bicicleta o nadar y, sin embargo, entendemos que se nos oxide un idioma si no seguimos practicándolo.
Simon Sinek es un escritor que se ha establecido como una referencia en motivación y gestión de personas. En una TED Talk fantástica nos explica por qué algunos líderes efectivamente ejercen de líderes y otros no. Dice que la característica común que comparten los líderes es que, con su actitud, generan confianza y cooperación. Lo que es especial de esto es que la confianza y la cooperación son emociones. Y por tanto, no pueden generarse a través de la autoridad. No puedes exigir por tu jerarquía que tu equipo te promulgue confianza o que tenga una actitud cooperativa y generosa. Y lo curioso es que, está demostrado a lo largo de los años que los grandes logros se han conseguido cuando se genera un ambiente en el que prima la confianza y la ayuda mutua para un beneficio común.
El deporte debería asumir ese liderazgo en el cambio educativo. No es una opción. Es una obligación. Para que eso ocurra, el deporte tiene la base: genera emociones. Lo que pasa es que, al orientarse al espectáculo y al negocio… pierde nuestra confianza. No nos lo creemos. Y por eso no produce un movimiento en el ámbito de las categorías inferiores y del deporte amateur. Porque la tendencia es trabajar hacia generar deportistas de élite o equipos de élite (una minoría) en lugar de trabajar hacia un bien común (una mayoría).
Sinek habló con algunos héroes de guerra y les preguntó por qué eran capaces de entregar la vida por los demás y la respuesta fue: “porque ellos harían lo mismo por mi”. Mi sensación es que esa conexión no existe en el mundo del deporte. El deportista de élite no tiene manera de producir efecto en su entorno más allá de entregarse al máximo a su disciplina y conseguir resultados. Y en el caso de deportes de masas, el endiosamiento de clubes y deportistas no permite ninguna complicidad entre los aficionados y las estrellas.
La élite (clubes y deportistas) debería estar trabajando para la mayoría y no al revés. Las instituciones deportivas (federaciones, Comunidades Autónomas, COI y CSD) deberían enfocarse más en la faceta educativa y menos en la competitiva. La competición debe ser consecuencia y herramienta de la formación. Y debe tratarse como tal. Porque cuanto más vayamos hacia la tendencia competitiva sin una base formativa, estaremos potenciando la parte del espectáculo que hará que sea muy complicado liderar nada, controlar nada ni hacer una propuesta que permita una autosuficiencia económica y de gestión del deporte.
Dicho esto, entendemos porqué no hay manera de que hoy, día de elecciones, nos cueste vernos representados por ningún líder: no nos ofrecen confianza y no inspiran la cooperación. El resto… imposible.
Os paso el vídeo con la charla de Simon Sinek. De nuevo me disculpo porque no lo he encontrado en inglés.
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